Mi conexión con la Galaxia de Andrómeda
Siempre he tenido interés por el cielo nocturno, aunque no siempre me interesó la fotografía. Por suerte para mí, me topé con esta afición. Aunque si tuviese que señalar a un culpable (por así decirlo) de que hoy en día esté fotografiando el cielo y escribiendo sobre él, sin duda este sería la Galaxia de Andrómeda, aun recuerdo la primera fotografía que vi de la galaxia, despertando algo en mí que dura hasta hoy.
Ubicada en la constelación de Andrómeda, se trata de una galaxia, al igual que nuestra Vía Láctea, del tipo espiral barrada. Andrómeda tiene un diámetro de casi 220.000 años luz (casi el doble que nuestra galaxia) y se encuentra a una distancia de 2,5 millones de años luz de la Tierra. Si pudiésemos verla a simple vista, tendría el tamaño aparente de 4 lunas llenas.
2,5 millones de años luz parece una cifra impresionante ¿verdad? Pero ¿puedes siquiera empezar a imaginar esa distancia? Veamos.
Para entender bien esta distancia y el tamaño de la galaxia tenemos que aclarar primero qué es un año luz. Se trata de una unidad de distancia que equivale a la distancia que la luz recorre en un año en el vacío.
En km., 1 año luz son aproximadamente 9.46 billones de kilómetros (9.460.730.472.580,8 km). La distancia de Andrómeda con la tierra es de unos 23,65 cuatrillones de kilómetros. ¿A que ahora te parece más impresionante?

¿Pero no es eso mucha distancia para poder verla desde la tierra?
Podría parecer que la distancia que nos separa de la Galaxia de Andrómeda es excesiva y, estando a esa distancia, ¿cómo va a ser posible verla desde la tierra? Muy sencillo: por su enorme tamaño. Antes expresamos su diámetro en años luz, pero en kilómetros son unos impresionantes 2.081 cuatrillones de kilómetros de un extremo al otro de la espiral. Para recorrer esa distancia tendrías que dar 52 billones de vueltas alrededor de la tierra.
Por suerte para nosotros, en un cielo oscuro con unos simples prismáticos o un pequeño telescopio podremos verla. Bueno, más que verla, intuirla. Las galaxias son objetos demasiado difusos como para observarlos a simple vista. Cuando de verdad muestran su verdadera belleza es cuando las fotografiamos. Mucha gente piensa que, al mirar por unos prismáticos o un telescopio, va a ver los objetos como tal y como se representan en la astrofotografía, pero esto no es cierto. El ojo humano tiene sus limitaciones y no tiene la capacidad de captar toda la luz que nos llega desde el universo. Pero con la ayuda de una cámara es otra historia, aunque ya hablaremos de esto en otro momento.
Incontables mundos
Se estima que la Galaxia de Andrómeda contiene aproximadamente un billón de estrellas, más del doble que nuestra galaxia. De media, se calcula que una estrella tiene entre 1 y 2 planetas orbitándola, incluyendo planetas rocosos (como el nuestro) y gaseosos. Evidentemente, existen sistemas estelares con mayor número de planetas, como nuestro sistema solar.
Mirando al pasado
Una de las cosas más sorprendentes del cielo nocturno es que, cuando lo observamos, estamos mirando al pasado. Vemos algo que ya ocurrió. Dejadme explicarlo. La última noche que hice una fotografía de Andrómeda fue en octubre del 2023. Esa foto capturó en ese momento la luz proveniente de la Galaxia de Andrómeda, una luz que ha viajado durante 2,5 millones de años hasta llegar a la tierra. Es decir, estamos viendo Andrómeda como era hace 2,5 millones de años. Dicha luz partió de su galaxia cuando la tierra se encontraba en el Pleistoceno.
Si has comprendido esto último, te preguntaras: Si buscamos un objeto más lejano, ¿significa eso que estamos viendo más atrás en el tiempo? Así es. Prácticamente hemos llegado a ver el origen del tiempo. De hecho, tenemos una foto del universo temprano, que es el fondo cósmico de microondas.
La fotografía: cómo capturamos el cielo
No voy a hablar de mi setup de astrofotografía. Si queréis más información sobre los datos técnicos de mi equipo, que es con el que se ha capturado la foto, podéis encontrarlos en mi perfil de Instagram (@Dr4Kul.Astro). Me gustaría hablar de los datos de la foto y de la captura en sí. Creo que es más interesante hablar de como planteamos la captura, o la sesión que tengamos planeada para un objeto, que sobre los datos técnicos de mi montura, tubo o cámara. Por ahora dejemos eso para otro momento.
Imagino que algunos de vosotros no estaréis familiarizados con la técnica empleada en astrofotografía. En mi caso me dedico casi exclusivamente a la de cielo profundo y también de gran campo. Existen otras disciplinas, como la planetaria o la de astro-
paisaje, pero lo cierto es que no suelo practicarlas (o directamente no las practico, como en el caso de planetaria).
Para explicarlo de forma sencilla (y disculpas a los puristas): necesitas un trípode y una montura que compense la rotación terrestre. Esto es esencial para evitar que las estrellas aparezcan como hermosas trazas en tu foto. Como necesitamos largos tiempos de exposición para captar esa luz que nos llega desde el universo, también es importante que los objetos permanezcan fijos en el plano enfocado. A partir de aquí, existen miles de combinaciones posibles: cámaras, accesorios, tubos, longitudes focales, filtros, aplanadores, enfocadores, etc. No entraré en detalle sobre esto ahora, ya que perderíamos el sentido de este artículo, pero es un tema fascinante que podemos explorar más adelante.
Mi foto de la Galaxia de Andrómeda
Mi idea en el momento de hacer la foto era hacerlo en dos partes para captar la mayor cantidad de datos de la galaxia sin limitar ninguna longitud de onda. Para esto, se realizaron tomas de 3 minutos de exposición durante 1 hora y media.
Sobre los filtros se podría hablar largo y tendido, pero quedaos con lo siguiente: se usan para limitar el paso de la luz en determinadas longitudes de onda. En función del tipo de filtro y sus propiedades, se permite el paso de ciertos tipos de luz mientras se bloquean otros. A grandes rasgos, esto es lo que hacen, como habréis imaginado son muy útiles para combatir la contaminación lumínica. Si tenéis más curiosidad sobre cómo funcionan, los tipos que existen o queréis profundizar en sus características, como su espectrómetro o paso de banda, podéis encontrar mucha información al respecto haciendo una búsqueda en internet o consultando con el fabricante.
Una vez finaliza la sesión sin filtro, coloco en mi equipo el filtro L-eNhance. Mi objetivo ahora era, capturar las nebulosas de emisión que se observan alrededor del disco (los puntos rojos repartidos por el disco). El tiempo de exposición fue el mismo: 1 hora y media. No fue una sesión complicada. No hubo problemas con el guiado, la temperatura ambiente era buena, tampoco con la humedad, por lo que finalice todo el trabajo esa misma noche (actualmente me he acostumbrado a repetir varios días el mismo objeto y aumentar a 5-7 horas de media la exposición de los objetos, aunque a alguno le dedique más tiempo aún). Con las tomas ya capturadas, es momento de apilar las tomas con sus respectivas darks, flats, etc.
Suelo realizar tomas o de 3 minutos o de 5, dependiendo del objeto y del cielo (la contaminación lumínica influye drásticamente en la calidad del cielo, así como otros factores) , el porque hacer tomas mas cortas y no hacer una exposición de dos horas, es para asegurar y controlar el proceso, es decir, es común que en una toma, aparezca una avión, un satélite, una nube, en definitiva , algo que estropearía la toma, si hicieses una sola toma de 2 horas, tendrías que desechar todo el trabajo, sin embargo, al dividir las tomas, solo desecharas una de ellas y no toda las sesión completa.
Yo proceso mis astrofotografías con Pixinsight. Explicar en detalle el procesado de una astrofotografía no es sencillo y requiere una explicación técnica y detallada. En el caso de que tengáis interés en conocer más el programa o sintáis curiosidad por como funciona, dejadlo en comentarios y veremos qué podemos hacer. A grandes rasgos es una combinación de las dos tomas apiladas , extrayendo el canal que contenía la información del Hidrógeno alfa para integrarlo en la toma RGB, es decir, cogí el canal R(H Alpha) de mi foto con filtro y lo integre en mi toma sin filtro (RGB) para añadir esa información extra.
Aquí esta la foto final:

En la foto se ve la galaxia de Andrómeda. Para recuperar todo el detalle posible del centro galáctico , he intentado contener lo máximo posible el brillo del núcleo de la galaxia. También se pueden observar dos galaxias satélites alrededor de Andrómeda.

Como dije al principio, Andrómeda es enorme, lo que nos permite verla con relativa facilidad desde la Tierra. Pero lo que realmente me impresionó en este caso fue captar la luz de las nebulosas de emisión que se encuentran en su disco. Estas nebulosas, mucho más pequeñas que la galaxia que las alberga, también están a 2.5 millones de años luz de distancia, y aun así, es posible capturar su tenue luz. Poder fotografiar esos pequeños fragmentos de luz, que pertenecen a otro mundo y a otro cielo, me dejo sin palabras.
La Galaxia de Andrómeda y nuestro pasado
La Galaxia de Andrómeda debe su nombre a la princesa Andrómeda de la mitología griega. Pese a ello, no fue la civilización griega la primera en observarla en el firmamento. Ellos sí que lograron identificar y dar nombre a la constelación donde se ubica, la constelación de Andrómeda. En los oscuros cielos de la antigüedad, la galaxia era visible a simple vista como una mancha borrosa en el cielo. Aunque sí observaran la galaxia, nunca llegaron a entenderla como tal.
Los antiguos astrónomos chinos, en el siglo V a.C, ya tenían constancia de su existencia, pero, al igual que los griegos, tampoco llegaron a comprender la dimensión de lo que estaban contemplando. Ellos la catalogaron como parte de la constelación Bi-Xiu (en nuestro idioma “El Muro”), que corresponde a una de las 28 mansiones lunares del sistema chino de constelaciones. Para los chinos, observar el cielo no solo era un ejercicio de curiosidad, sino una necesidad práctica, ya que las constelaciones estaban directamente ligadas a los ciclos del tiempo y las estaciones.
En el 946 d.C, el astrónomo Persa Abd al-Rahman al-Sufi fue el que hizo constar el primer registro documentado de lo que hoy conocemos como la Galaxia de Andromeda, en su obra “El libro de las Estrellas Fijas,” ampliando el catálogo de Ptolomeo con sus propias observaciones y aportando nuevos registros y correcciones sobre posiciones y magnitudes de estrellas. El astrónomo describió Andrómeda como una “pequeña nube” observable a simple vista en cielos oscuros. Esta es la primera mención registrada de la Galaxia de Andrómeda como un objeto celeste distinto a lo conocido hasta aquella fecha.
En la astronomía islámica medieval, Andrómeda formaba parte del grupo de estrellas conocido como “Al-‘Ank” o “El Ave Fénix”
Aunque probablemente los astrónomos chinos realizaron observaciones más tempranas, al-Sufi fue el primero que dio una descripción detallada del mismo y fue el puente entre la astronomía clásica y la medieval, permitiendo que conocimientos antiguos llegaran a Europa. Su descripción preparó el terreno para que, siglos más tarde, apuntásemos nuestros telescopios al cielo y comprendiéramos su verdadera naturaleza.
Hacía nuestros días
En la Europa Medieval , Simón Marius realizó observaciones de Andrómeda con un telescopio rudimentario, pero aún no la describió como una galaxia. Él la llamó nebulosa, un termino muy utilizado en la época para cualquier objeto celeste que se mostrase difuso en el firmamento.
Durante el Renacimiento, la aparición de telescopios más avanzados permitió a astrónomos como Giovanni Battista Hodierna y Charles Messier incluir a Andrómeda en sus catálogos. Messier la incluyó en su catalogo como M31
Durante el siglo XIX, el astrónomo William Herschel también observó y catalogó a Andrómeda como parte de su ambicioso estudio de nebulosas y cúmulos estelares. Aunque Herschel no identificó a Andrómeda como una galaxia, su trabajo marcó un antes y un después en la forma en que entendemos estos objetos celestes. Fue uno de los primeros en sugerir que algunas nebulosas podían estar formadas por estrellas y no solo por gas, una idea revolucionaria en su tiempo. Sus observaciones de Andrómeda y otras nebulosas ayudaron a sentar las bases para que astrónomos posteriores, como Edwin Hubble, desentrañaran el misterio de su verdadero ser
Pero no fue hasta el siglo XX, en 1924, cuando su verdadera grandeza nos fue revelada, el trabajo de Edwin Hubble sobre la Galaxia de Andrómeda marco un antes y un después en la historia de la astronomía moderna. Su descubrimiento confirmó que el universo era mucho más grande de lo que se había imaginado y que el objeto que observaron los antiguos astrónomos griegos, chinos y árabes no era un objeto ubicado en la vía láctea, sino que era una galaxia separada de ella. Este descubrimiento revolucionó nuestra comprensión del cosmos y sentó las bases de una nueva astronomía.
Es muy probable que, a lo largo de la historia de la humanidad, otras culturas, como las mesoamericanas (Mayas, Incas), que tenían un amplio conocimiento del cielo, hayan observado esa “nube difusa”, pero, por desgracia, no hay registros. Tampoco se han hallado referencias en la cultura de las tribus indígenas de América del Norte, como los lakota, los navajos y los anishinaabe. A pesar de que su mitología y cultura esta fuertemente vinculada con el cielo, tampoco existen registros relacionados con Andrómeda. Tampoco los hay del antiguo Egipto.
Reflexión
La Galaxia de Andrómeda es mucho más que nuestra vecina. A lo largo de los siglos, ha sido un espejo de nuestra curiosidad y capacidad para observar el cosmos, desde las primeras civilizaciones que la vislumbraron como una nube borrosa hasta los telescopios modernos que han revelado su majestuosidad.
Mirar a Andrómeda es mirar al pasado, a la luz que comenzó su viaje cuando nuestros antepasados apenas comenzaban a comprender el cielo. Pero también es mirar hacia adelante, hacia el destino que compartimos con ella. En unos 4.500 millones de años, nuestras galaxias se encontrarán y formarán una nueva, una fusión que simboliza el constante cambio del universo.
Andrómeda no es solo un objeto celeste; es una invitación a reflexionar sobre nuestra propia existencia en el cosmos. Es un recordatorio de lo insignificantes que somos, pero también de lo inmenso que es nuestro deseo de entender, explorar y soñar.
Si quieres acceder a mi galería de fotos , puedes hacerlo desde mi perfil de Instagram @Dr4kul.Astro
En caso de que estéis interesados en adquirir un póster o cuadro con mi foto de la galaxia de Andrómeda, podéis hacerlo desde la siguiente imagen.
Si sentís más curiosidad por los tipos de galaxias, formación y mas datos relacionados con ellas, os dejo una serie de enlaces que os pueden resultar de interés:
NASA: Información sobre los diferentes tipos de galaxias, enlace aquí.
Wikipedia: Información sobre las galaxias de tipo espiral, enlace aquí.
Para cualquier consulta o duda, puedes contactar con nosotros , puedes hacerlo a través de nuestro página de contacto.
Redacción: Juan F. Artillo
Edición y corrección: Daniel Fernández
2 respuestas
Espectaculares imágenes, información muy interesante, concisa y para todos los públicos… mis “dieces” 🙂
Muchas gracias!!
Me alegro muchísimo que te guste.